Genuflexión

9.11.10



.Amor a la nada.

Podría comenzar a narrar desde las texturas cercanas a mi cuerpo, en los muchos movimientos en el que los muros olvidados, su tapiz rasgado y la pintura manchada o humedecida absorbía el tiempo.

Nuestro objetivo.

Nos desviábamos tan perfectamente que quizás eso sea nuestra mayor atracción, desconcentrarnos.

A nuestro alrededor recorro las esquinas, tus sudores en cada muro, los míos esparcidos en lineas, líquidos moldeando los zurcos del piso de madera, Isis, un paisaje largo como los valles entre las montañas.

El paisaje se sostiene
se sostiene con nosotros.

En las esquinas colecciono ropa manchada, una camiseta en la parte inferior derecha y un vestido negro ajustado manchado en la zona trasera, con un semen veloz y traslucido, alimentada con vegetales y poca glucosa. Otro vestido negro y ancho con rosas blancas, de semen, semen y mas semen.

Nuestra esquina favorita esta acá, recuerdo una ocasión que yo no quería hacerme ver, como muchas veces en las cuales preferiría simplemente mantenerme en la oscuridad y narrar, te comente que no llevaba bragitas. Mis pies fueron lijeros y tome tu pene con ellos, mis manos en un hipnótico frote masturbatorio dibujando la zona donde deberían estar mi ropa, tu eyaculación fue espontánea y deliciosa.

Tomamos este territorio, en esta esquina.

Dejame que te abrigue, tengo algo que contarte y quiero que mantengas tu calidez, hay zonas frías que debemos atravesar, aun nos falta asesinar estos momentos en nuestras esquinas, dejame abrigarte.

Para finalizar, eso que ves como la punta de una pirámide, aquello azul son unas bragitas que también están manchados, siempre el mismo liquido y recuerdo perfectamente ese momento también, te mostraba lo que había hecho en el día, unas bragitas azules con encaje celeste, comentandote lo mala costurera que soy conmigo misma, sin llevar un día usados ya estaban descosidos, y comenzaste a terminar por descoserlos, con tus suaves dedos.